
El archipiélago de Oceanía, y particularmente Nueva Zelanda (Aotearoa en maorí), alberga una cultura ancestral rica y profundamente conectada con el mar. Los maoríes, los pueblos aborígenes de esta tierra, desarrollaron una habilidad asombrosa para la navegación marítima, permitiéndoles explorar y colonizar gran parte del Pacífico durante siglos, incluso sin el beneficio de la tecnología moderna. Su conocimiento del océano, sus corrientes, vientos y estrellas era extraordinario, una combinación de observación meticulosa, tradición oral y una comprensión intuitiva del mundo natural que nos resulta, hoy en día, asombrosa. Este artículo explorará las técnicas y los principios que sustentaron esta notable capacidad de navegación maorí, desvelando la complejidad y la sabiduría detrás de sus viajes.
Los viajes maoríes no eran simplemente desplazamientos geográficos; eran eventos rituales, sociales y económicos. La navegación se entrelazaba con la cosmología maorí, su sistema de creencias sobre el mundo y su lugar en él. Cada viaje tenía un propósito, ya fuera para el comercio, la expansión territorial, la búsqueda de nuevos recursos o la realización de ceremonias importantes. Comprender la navegación maorí es, por tanto, comprender una parte fundamental de la identidad y la historia de Nueva Zelanda y de toda la cultura polinesia.
La Observación de las Estrellas: El Código Celeste
Los maoríes no utilizaban brújulas ni sextantes. En su lugar, dependían en gran medida de la observación de las estrellas. El «waka» (canoa) maorí era un instrumento de navegación sofisticado, ubicado en la proa, que permitía medir la altura del sol y de las estrellas, obteniendo información crucial sobre la latitud. Esta medición se hacía utilizando una lineal llamada «rāhui,» que se extendía desde la proa hasta el poste central del waka, marcando gradualmente las posiciones de los astros. El sol, observado en el horizonte, era el principal indicador de la latitud, y los maoríes podían determinar su posición con notable precisión, aunque las mediciones no eran siempre perfectas.
La tradición oral jugaba un papel fundamental en la transmisión de este conocimiento estelar. Los hábiles navigadores, llamados «kaikōura,» aprendían las constelaciones, las estrellas brillantes y las posiciones relativas desde una edad temprana, a menudo escuchando las historias y los conocimientos de sus antepasados. No se trataba simplemente de memorizar nombres, sino de entender las relaciones entre las estrellas, cómo se movían en el cielo y cómo eso podía usarse para determinar la posición en el mar. La habilidad para recordar y transmitir esta información era considerada un don especial, un deber sagrado para los kaikōura.
A pesar de la falta de instrumentos, la precisión de la observación estelar es evidente en los viajes de los maoríes. Sus viajes de exploración, como la colonización de las Islas Cook, son un testimonio de su habilidad para determinar con relativa exactitud su posición en el océano, utilizando únicamente el cielo como guía. Este dominio del cielo demostró su profunda conexión con el cosmos y su capacidad para interpretar las señales de la naturaleza.
El Viento y las Corrientes: Una Danza Natural
Además de las estrellas, los maoríes eran maestros en la interpretación de los vientos y las corrientes. El «waka» estaba diseñado para aprovechar al máximo estas fuerzas naturales, y los navegadores eran expertos en predecir la dirección y la fuerza del viento. Observaban cuidadosamente las nubes, el color del mar y el comportamiento de las aves marinas para obtener pistas sobre las condiciones meteorológicas y las corrientes oceánicas.
La habilidad para elegir el momento adecuado para partir, taking advantage of favorable winds and currents, era crucial para el éxito de los viajes. Los kaikōura conocían los patrones de viento y corrientes a lo largo de las rutas de navegación comunes, y podían planificar sus viajes para minimizar el esfuerzo y el tiempo de viaje. Esto requería un profundo conocimiento de la geografía local y de cómo las condiciones climáticas afectaban las corrientes oceánicas.
La observación de la espuma en la superficie del agua también era un indicador importante. La dirección y la velocidad de la espuma podían indicar la dirección y la fuerza del viento, proporcionando información valiosa sobre las condiciones marítimas. Al combinar la observación del viento, las corrientes y la espuma, los maoríes creaban un sistema complejo y sofisticado para la navegación.
La Arquitectura del Waka: Un Instrumento de Navegación

El propio “waka” no era solo un barco, sino un sofisticado instrumento de navegación. Su diseño y construcción estaban meticulosamente diseñados para facilitar la navegación y la supervivencia en el mar. La forma de la proa, llamada «rāhui,» permitía medir la altura del sol y de las estrellas. El «iwi» (poste central) servía como punto de referencia para las mediciones y también como soporte para las cuerdas y los instrumentos de navegación.
La materialidad del waka también era importante. Se construían con madera de árbol de navegación, especialmente el kauri, que era ligero, resistente y duradero. La forma del casco era hidrodinámica, minimizando la resistencia al agua y permitiendo que el waka se deslizara suavemente a través del mar. Cada detalle del diseño, desde el tamaño de los remos hasta la forma de las velas, estaba cuidadosamente calculado para optimizar el rendimiento del barco.
Además, el waka era un centro social y ritual. La construcción del barco era un evento comunitario que involucraba a toda la comunidad, y el barco en sí mismo era considerado sagrado. Los viajes en waka eran eventos importantes que se celebraban con ceremonias y rituales, y el barco era visto como un vehículo para la conexión con los antepasados y el mundo espiritual.
El Conocimiento del Mar: Más Allá de la Navegación
La navegación maorí no se limitaba a las habilidades de los navegadores; también implicaba un profundo conocimiento del ecosistema marino. Los kaikōura conocían los patrones de migración de los peces, la ubicación de los arrecifes de coral, los mejores lugares para pescar y las corrientes de mareas. Este conocimiento se transmitía de generación en generación, asegurando la sostenibilidad de la cultura y la supervivencia de la comunidad.
El respeto por el mar era fundamental para la cultura maorí. Se consideraba un dios poderoso y generoso, y se le trataba con reverencia y ceremonia. Los navegadores se aseguraban de que sus viajes fueran realizados con respeto por el océano y sus habitantes, evitando dañar los arrecifes de coral o interrumpir las rutas de migración de las especies marinas.
Además, el conocimiento del mar también se utilizaba para la predicción de eventos naturales, como las tormentas y las marejadas. La capacidad de interpretar los signos del mar permitía a los maoríes prepararse para los peligros y asegurar la seguridad de sus viajes. Este conocimiento era esencial para la supervivencia en el difícil entorno marítimo de Oceanía.
Conclusión
La navegación maorí representa un logro extraordinario de la ingeniería humana y de la adaptación a un entorno desafiante. A pesar de la falta de instrumentos modernos, los maoríes desarrollaron un sistema de navegación sofisticado y preciso, basado en la observación de las estrellas, el viento, las corrientes y el conocimiento del mar. Su viaje de descubrimiento, que abarcó vastas extensiones del Pacífico, es un testimonio de su inteligencia, su perseverancia y su profunda conexión con la naturaleza.
Más allá de la simple navegación, el conocimiento y las prácticas maoríes reflejan una cosmovisión intrínsecamente ligada al mundo natural. Su sistema de creencias, su tradición oral y su respeto por el océano son elementos fundamentales para comprender la complejidad de su cultura y su notable capacidad de adaptación. El legado de los navegadores maoríes sigue inspirando y recordándonos el poder del conocimiento ancestral y la importancia de la conexión con la tradición.